FEB
Daniel Bittel, bibliotecario en la localidad de Garabato , hace una reflexión sobre sobre algunos temas de nuestra realidad, que edición vera, invita a leer para que todos podamos analizar también.
Habrá que reconocer que el presente de Vera es radicalmente diferente que hace algunos años atrás.
Pavimentación, ripiado, iluminación, etc, hicieron que la ciudad cambiara de alguna manera su imagen y que la ciudadanía apoyara de sobremanera a esta gestión municipal.
Pero, ¿es posible que esos cambios generen conformismo en la población y no dejara ver el despojo que el gobierno provincial viene ejerciendo sobre las instituciones de Vera?
De otra manera no se explica la pasividad que se nota con la eliminación de la Unidad Regional XIX como tal, solo expresiones de ciudadanos pero de la clase política, nada. Y no es casual que el nuevo esquema policial arranque en los departamentos Vera y General Obligado (perdón a los socialistas por definirlos así y no como nodo) porque encuentran terreno fértil para hacerlo, porque saben que no encontrarán resistencia.
Nadie explica adónde recurrirá la población (ya no las fuerzas vivas que parecen muertas) cuando la Unidad Penitenciaria de Santa Felicia duplique la capacidad de reclusos (la única inversión fuerte que hará la provincia en la zona), que es cierto, están entre rejas, no así los familiares que lo acompañan, que, por supuesto, desplegarán todas sus mañas y artimañas en las calles locales. Ni tampoco cómo se combatirá las consecuencias del flagelo de la droga cuando empiece a azotar con más virulencia y la población la sufra con más violencia (como ocurre en todas las ciudades).
O sí se sabe: deberán reunirse en Reconquista, como lo hacen los docentes (y tantos otros) que tienen que trasladarse decenas de kilómetros para reuniones que bien podrían hacerse en, al menos, las ciudades más representativas, si es que no quieren que los piquen los mosquitos de Los Amores, Fortín Olmos y demás.
Pero no se levanten de los mullidos sillones, porque la próxima víctima será la Dirección provincial de Vialidad y luego la Cámara de Apelaciones, que vale recordar, cuando hubo el intento de llevarla (que tarde o temprano lo harán), el ex gobernador Binner dijo que habría que preguntarle a los verenses si lo permitían. Se ve que en ese momento algunos dirigentes la necesitaban en demasía porque pusieron todas las fuerzas para que no ocurriera.
En la cadena de responsabilidades hay culpas compartidas. Por un lado los electores, que por lo visto no tenían la mínima idea que el socialismo tenía la intención de hacer lo que está haciendo ya en el año 2.007 con su plan estratégico (en el que Vera no tiene ningún rol que cumplir), apoyado nuevamente en el 2011 (el oficialismo ganó en la ciudad y en el departamento). Y si de apoyos se trata, habrá que recordar que el oficialismo local apoyó con votos y candidaturas este proyecto, como también le cabe responsabilidad a la oposición que en ningún momento especificó qué proyectos y acciones tenían los dirigentes provinciales para con Vera.
¿O será que apoyan a las personas sin reparar en ese detalle? Cuesta creerlo, pero la realidad indica otra cosa. Es llamativo que en la era de las comunicaciones a los políticos les cueste horrores difundir qué es lo quieren para Vera y cómo impactará en ésta las políticas locales. Habrá que avisarles que existen numerosos jóvenes que pueden crear páginas web, aunque lógicamente, luego habrá que agregarle contenidos. A nivel local es una mala costumbre que vienen desde el retorno mismo de la democracia, pero es imperdonable que eso ocurra cuando una amplia franja de la población tiene acceso a internet.
Si bien es cierto el contexto político es absolutamente diferente a los ’70 (época en la que se peleaba por Vera y si no pregunten cómo se hizo la Ruta 98), León Gieco, en su tema “Esos ojos negros” graficaba la miopía de la gente cuando la Dictadura Militar se carcomía a personas e instituciones, cantando “…y quitar respaldo popular si otra cosa no se puede hacer”.
En Vera se hizo exactamente lo contrario.
Daniel Bittel.
Bibliotecario
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