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El pasado 9 de marzo tuvo lugar en la capital del departamento General Obligado la primer edición del “NO NAME FEST”, evento producido y organizado por la banda Mama Lemin, nacida en la ciudad de Romang.
Cuando el reloj casi marcaba la hora 24, los encargados de abrir el espectáculo fueron los verenses de Noser Monyo, quienes se mostraron muy cómodos en el escenario, haciendo notar que el tiempo no pasa sólo, y que la experiencia suma, y mucho.
Grande fue la sorpresa de ver saltar, bailar, cantar y gritar a cientos de personas, al ritmo de la música empapada de realidades de nuestra ciudad, impregnada de nuestras problemáticas; historias cantadas, que hablan de nuestro día a día, expresiones que aunque no salgan con fuerza a la luz, comienzan a formar parte de nuestras costumbres y a darnos forma como sociedad autónoma. La banda de nuestra ciudad encontró centenares de adeptos que se sintieron identificados con cada letra, con cada estrofa, con cada verso expresado por los Noser Monyo quienes de ahora en adelante prometen seguir creciendo.
Los segundos en saltar al ruedo fueron los locales de “Loca tu madre”, un trío de locos que con un sonido aplastante, estridencia, energía y letras delirantes lograron traer por momentos a la mente viejas presentaciones del mítico Kurt Cobain haciendo de las suyas; gente que sabe mezclar a la perfección distintos géneros musicales, entre ellos el Nü Metal, el Rap, el Hard Rock y la agresividad del Grunge, para su público que disfrutó de un recital que quedará guardado en la memoria de todos.
Los terceros en pisar fuerte las tablas fueron los músicos de C.E.I.B.O., banda que cultiva varios años en la escena rockera de Reconquista, y que hace muy poco se juntaron nuevamente para dejar en claro que disfrutan de hacer música, que acá en el norte existen muy buenas creaciones, que existen seguidores, amantes de la música, y que cosas como estás no pueden pasar desapercibidas nunca.
Hacia el final de la velada, un inesperado diluvio intentó opacar la noche, nadie se había percatado de las continuas señales que daba el cielo; relámpagos, truenos y mucha agua, nada alcanzó para silenciar las voces de los Mama Lemin (ni los alaridos del público sediento de buena música), quienes se hicieron presente promediando la madrugada.
Los romanenses dieron un show emotivo, único, con canciones propias y ajenas, con la identidad que los caracteriza, y con una energía envidiable, esa energía que sólo se hace presente cuando se disfruta de la tarea que se está llevando a cabo, cuando se goza cada segundo hasta del más mínimo detalle.
El de los Lemin fue un show plagado de “Hits”, sí, de esos hits que cuando son compuestos por artistas “conocidos” y “exitosos” nos bombardean por todos los frentes, radio, televisión, y diarios.
Aunque en este caso los Hits no han conseguido todavía el rebote multimedial que merecen, por muchos factores, entre ellos, la idiosincrasia del lugar en el que nos toca movernos, fueron tocados con el corazón. Grandes temas de la banda como “Ranchito”, “Patria que me parió” y el clásico “A los integrantes de las Provincias Unidas” calentaron la primer parte del show, seguido por un varieté, que fue desde “Jijiji”, emblema de “Los Redondos” pasando por “One Step Behind” de Madness hasta “Is This Love” y “No Woman No Cry” símbolos del reggae, la paz y el amor del jamaiquino Bob Marley. Hacia el final (que no pudo estirarse, como anhelaba gran parte de los presentes) tuvo lugar el pogo más grade de la noche con “Pal’ campo” y el cover “La Bolsa” de los Bersuit Vergarabat para un cierre que dejó a la muchedumbre sin aliento.
Artistas plásticos, malabaristas, fotógrafos, chicos, adolescentes y adultos pudieron disfrutar y formar parte de una verdadera fiesta, fiesta que tuvo el poder de penetrar en el corazón de la gente y que se llevó a cabo sin incidentes, dejando más que claro que policías en cantidad no significan mayor seguridad, que el alcohol no es sinónimo de violencia y que cuando se persigue la diversión como un fin, uno se logra divertir en PAZ.
Por último, el nombre “NO NAME FEST” me trae al recuerdo a los NN, a los desaparecidos, a esas personas que cada tanto se nos hacen presentes en nuestras cabezas, esos que lucharon anónimamente por una causa mayor que los excedió notablemente, luchadores que nos prestaron su vida y nos encomendaron la difícil tarea de procurar un mundo mejor.
Quizás sin querer, la familia Lemin haya creado algo similar, un NN con vida propia, que de ahora en más pedirá seguir caminando.
Por Juan José Storti | EDICION VERA |
Fotos: Cary Niemis
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